martes, 19 de marzo de 2013

"El libro uruguayo de los muertos", de Mario Bellatin.

Intentar ser educado, gesto que no frecuento y al cual no estoy acostumbrado, me ha llevado hasta "El libro uruguayo de los muertos"

Una conversación iniciada por mí, asumo la responsabilidad. Con un absoluto desconocido. No es que olvidara su nombre, como suele suceder cuando se me dice el de alguien a quien supongo no voy a volver a ver, es que no me fue proporcionado. Bien se cuidó de que, si fuera necesario, no pudiera ir contra él.

Esa charla mesurada, en la que, aparte de nuestros gustos, recuerdo se mencionó a Bolaño, Cesar Aira, la leche, el cacao, las avellanas y el azúcar, terminó con el ofrecimiento de un ejemplar de "El libro uruguayo de los muertos".

Le había dicho que Bolaño me parecía desmesurado, que cuando alcanzaba la perfección siempre iba un paso más allá, y acababa estropeándolo. Que la trilogía de Agustín Fernández Mallo era una propuesta cautivadora mas de corto recorrido, una belleza cegadora que envejecerá muy mal.

Y, sobre todo, que no me atrevía con Cesar Aira. Que tenía curiosidad, sí, pero que lo único que había en casa era "Las aventuras de Barbaverde". Que yo, para una primera cita, buscaba algo más breve, un libro de cuentos, el cual pudiera dejar inconcluso sin remordimientos en caso de decepción o disgusto.

Es cierto que lo suyo no fue una recomendación. Fue una presentación. Se recomiendan los libros, o los autores. Las personas son presentadas.

Buscó y rebuscó entre pilas de libros, encontró el volumen del "Libro uruguayo de los muertos", y al entregármelo dijo quiero que conozcas a Mario Bellatin

Esta Guacamole experience íntima, espiral, redundante y excesiva, muestra un personaje fascinante, y complejo, pleno de temores, traumas, obsesiones, rutinas, arrebatos, arbitrios o cuitas.

Mario Bellatin se entrega en esta exhibición vocal, una rítmica y recurrente sucesión de mutantes enunciados, surrealistas, poéticos, cotidianos, simbólicos, absurdos, irónicos. Y, por supuesto, tratándose de un escritor, muchísima metaliteratura. Variaciones sobre los mismos asuntos, que incorporan mensajes cifrados, leales homenajes y algún ajuste de cuentas.

Mario Bellatin se ofrece, pero no se sincero. Su franqueza es la del poeta, y exige en la lectura de cada párrafo el esfuerzo y la atención que aquél pide para sus estrofas.

Es bueno conocer a las personas, y conocerlas bien. Pero hasta de la persona más atractiva es innecesario saberlo todo. Siempre habrá un aspecto que defraudará.

"El libro uruguayo de los muertos" es una obra sólida y coherente en su conjunto. Con tonos variados para afrontar la realidad desde puntos de vista dispares. Para captar los estados de ánimo, y de espíritu. Pero como una convivencia opresiva, consume y acaba decepcionando.

No les recomiendo "El libro uruguayo de los muertos". Simplemente, les presento a Mario Bellatin, escritor. Fartúquense.

martes, 5 de marzo de 2013

"Intemperie", de Jesús Carrasco.


Tres ediciones en un mes.

Elogios unánimes, merecidos.

Certeras referencias, vertiginosos símiles, meritorias comparaciones, todas ellas oportunas, por mucho que puedan turbar al afectado o parecer desmesuradas.

"Intemperie" es una obra inspirada y provocadora.

Su lectura un impactante regalo aleccionador.

La ironía, y la conmoción, es que lo novedoso de la oferta de Jesús Carrasco está en la vuelta atrás, en la recuperación de los elementos tradicionales, los peculiares y más sólidos, de nuestra literatura.

Ese retorno se produce a todos los niveles. Lo que es válido para la literatura, es perfectamente aplicable al conjunto de la sociedad. Forma y fondo trabajan coordinados con un objetivo común. Jesús Carrasco desempolva un vocabulario agonizante, sugerente, y reivindica su precisión, melodía y poder evocador.

A la intemperie sitúa a sus personajes. Solidario con ellos, bajo ese mismo cielo raso, con los pies firmes en la tierra común, sin otro abrigo que la sabiduría de ésta, escribe una sincera y humilde historia que se nutre con el brioso simbolismo del paisaje mesetario y con la épica endémica de sus estoicos habitantes. Un relato atávico que supura un existencialismo lírico, resignado y un acracia cautelosa.

En un momento de extravío como el presente, Jesús Carrasco propone retroceder hasta un terreno conocido, una ubicación segura y, a partir de ahí, examinar los errores, localizar los desvíos, y buscar de nuevo el norte que marque el rumbo. El norte, como siempre, es lo deseado, la meta, el futuro soñado.

Un porvenir propicio se logrará si se busca en el pasado. Si se aprende de los errores. Si no se cometen insensateces ni atropellos. Jesús Carrasco invoca la reimplantación de valores seculares y de comportamientos más acordes con el entorno.

"Intemperie" abre vías alegóricas de debate sobre diversos temas candentes. Reclama la vigencia, actualizada, de fórmulas económicas que se han demostrado sensatas, solidarias, humanas y equilibradas. Plantea la necesidad de una efectiva adecuación de las formas de gobierno a un respeto real por las libertades individuales. Denuncia los abusos de poder. Y justifica la defensa propia, la legítima respuesta ante agresiones e injusticias.

Jesús Carrasco es un monstruo. Da miedo imaginar lo que puede ser capaz de escribir. Produce vértigos calcular su potencial. Causa envidia saberse incapaz de escribir algo semejante.

Y si las expectativas no se ven confirmadas, da igual. Ha sido un honor leer esta pequeña obra maestra. 

Más información sobre Jesús Carrasco e "Intemperie".