jueves, 23 de febrero de 2012

"Los Living", de Martín Caparrós.


Qué barbaridad, qué bueno. Y qué duro. Sólo para personas con carácter firme y el ánimo optimista. Absténganse los que padezcan problemas emocionales, o simplemente carezcan de fortaleza afectiva. También los que conciban el disfrute únicamente como evasión, porque Martín Caparrós escribe para los que gozan pensando y aprendiendo, sorprendiéndose y, porque no, padeciendo.

"Los Living" no es el soplo de realidad que aparenta al comienzo, ni el puñetazo de realidad que rápidamente se desenmascara. Es la realidad entera que te cae encima, lanzada desde bien alto, con saña y precisión, con todo el peso de las certezas y las dudas, las alegrías y los temores. Y eso puede hacer daño.

Lo (cojas) mires por donde lo (cojas) mires, el XXIX Premio Herralde de Novela es un gran libro. Desde el punto de vista formal, Martín Caparrós demuestra un dominio total de estilos y técnicas. Como un pintor que suelta el pincel para usar el carboncillo, que descarta un bodegón para afrontar un retrato, que renuncia al realismo para experimentar con la abstracción, que utiliza grandes lienzos para plasmar en ellos evocadores paisajes o pequeñas cuartillas donde dibujar caricaturas de encargo, pasa este argentino de un registro a otro, del diálogo al monólogo, de la narración al discurso, del ensayo filosófico a la ácida parodia con naturalidad, sin quiebros ni cambios en el ritmo.

Esa riqueza estilística no es jactanciosa, sino necesaria para darle cobertura al inmenso contenido de esta novela, grande en sus pretensiones como en los logros. Sus aspiraciones son las de ser una obra global, monumental, abarcarlo todo, desde lo infinito hasta lo anecdótico, y hacerlo con juicio. Aborda la vida y especula sobre la muerte, vivisecciona la existencia e imagina la trascendencia, reflexiona sobre las grandes cuestiones, se regodea en detalles banales o morbosos. Juega cruelmente con los miedos.

En la respuesta de las preguntas ambiciosas o en la disección de las situaciones cotidianas el principal mérito de Martín Caparrós es la inteligencia exhibida, la brillantez y el talento demostrado en las imágenes y tesituras propuestas, en las sugerencias y alternativas ofrecidas. Y la mayor muestra de cordura está en el cable de seguridad que recorre la narración, del que se puede tirar en cualquier momento, la barra que va por lo alto y a la cual te puedes asir cuando la cosa se pone difícil. Ese humor oscuro y sutil que está permanentemente presente como alternativa, aportando ese punto de trivialidad saludable, una necesaria válvula de escape que salta cuando se carga el ambiente, cuando sube alarmantemente la presión emotiva.

Siendo una novela codiciosa, "Los Living" ofrece diversos senderos que recorrer, varias plantas que visitar. Paralelamente, despacio, va gestándose la idea central. Brindada a modo de claves que a la vez son instrucciones, de reglas que al mismo tiempo son pistas, únicamente se mostrará plena como metáfora en el colofón, y se descubrirá como broma disyuntiva en el epílogo. Los que seguro tienen más riqueza de datos y mejor conocimiento para descifrar y disfrutar esa incalificable performance que son los Living, los que poseen llaves y herramientas útiles para comprenderla en su totalidad son los argentinos, a quien directamente va dirigida.   

Y es que Argentina, como no podía ser de otra manera tratándose de un autor argentino, es la protagonista, infructuosamente sujeta y que impone su presencia irremediablemente. Eso sí, en este caso el planteamiento es novedoso y complementario a cualquier anterior, más flemático, mezcla de circunspección que otorga relevancia y chanza fruto de una endémica locura o imprescindible para no enloquecer, para relativizar obsesiones y superar traumas. 

No sé cómo calificar a"Los Living". O tal vez sí lo sé, pero soy prudente, o me puede la cobardía, a la hora de usar adjetivos mayúsculos. De lo que estoy seguro es de que es más que una buena novela, más que una gran novela, y de que es un acierto pleno.

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