Después de ver qué piensa de los críticos (páginas 75-76), habría que ser un osado para lanzar cualquier opinión sobre las obras de Antonio Orejudo.
Por otro lado, callar amilanado habría supuesto ignorar sus enseñanzas, incurrir en el mismo error que su protagonista femenino, confundir al narrador con el autor, o a éste con alguno de sus personajes.
Además no creo que se moleste si digo que "Ventajas de viajar en tren" me ha gustado mucho, y que me lo he pasado requetebién leyéndolo.
Lo primero que leí de Antonio Orejudo fue "Reconstrucción", y me maravilló. UN NOVELÓN, así con letras mayúsculas. Sin duda está entre los libros de los cuales guardo mejor recuerdo*, en cuanto a singularidad y calidad literaria. Eso significa que este señor me tiene ganado. Que muy mal, y muchas veces, lo tiene que hacer para que cambie mi parecer.
Entusiasmado, se lo regalé a mi hermano. Él, agradecido, me devolvió la sugerencia con un ejemplar de "Fabulosas narraciones por historias", en la versión definitiva de Tusquets Editores, la cual sorprende por diferente, gamberra, original e irreverente. Pero también, aún revisada, muestra un ritmo desigual, y continúa innecesariamente estirada, dispersa y distraída, en el tramo central.
Fue él también quien me habló muy bien de "Ventajas de viajar en tren". Cuando, en su momento, lo publicaron Alfaguara y Círculo de Lectores, había dejado pasar la oportunidad. Ahora, reeditada por Tusquets Editores, he subsanado el error.
Una vez leída, dónde la colocamos. A dios gracias, hasta ahora la tendencia de Antonio Orejudo es la de mejorar. Por eso, y por supuesto, "Ventajas de viajar en tren" no alcanza el nivel de "Reconstrucción".
Respecto a "Fabulosas narraciones por historias" las dudas podrían surgir pero, aunque ésta tenga sus méritos, sea divertida, ofrezca un punto de vista novedoso y demuestre valentía, "Ventajas de viajar en tren" es más madura, más sólida y coherente; mejor concebida, estructurada y resuelta; con detalles del mismo despiadado sentido del humor; e igual de bien escrita.
Y eso que su lectura genera cierta inquietud, al no saber si se está ante unos relatos más o menos artificialmente vinculados para dar apariencia conjunta de novela, o ante una obra articulada en capítulos susceptibles de una existencia autónoma.
Que tampoco pasaría nada, tan buena es una opción como la otra. Pero la falta de sinceridad penaliza y genera suspicacia, sobre todo si se trata de engañar innecesariamente en lo superficial.
El dilema se resuelve al final. Es en ese colofón entre cervantino y econino, donde el protagonista evidencia que su locura tiene más en común con la del monje Jorge de Burgos que con la de Alonso Quijano, donde están las claves catalizadoras que aclaran todas las pistas diseminadas en el resto de los episodios anteriores, y que decantan la solución hacia la segunda alternativa. La que opta por considerar "Ventajas de viajar en tren" una entidad única.
La que estima que dicha ambigüedad era intencionada, provocada con cada una de las divisiones titulada y su propia voz. Que se trataba de camuflar la unidad conceptual esencial. Es más, que esa estructura de partes relativamente autónomas era la necesaria para explicar, desarrollar y transmitir el recado.
Un comunicado, profesional, existencial y vital, para nada ético o moral. Un mensaje hermético y rechazado, de obsesión o de pasión, de locura o de lucidez, de vergüenza o de orgullo, de miedo o de valor, de sufrimiento o de gozo. Una maldición o un privilegio.
A falta de leer "Un momento de descanso", por ahora comparto la opinión de sus editores. Los libros de Antonio Orejudo, siendo todos ellos muy distintos, componen el corpus coherente de uno de los narradores más brillantes en lengua castellana.
*Con "Galindez" de Vázquez Montalbán y "Vida de San Francisco de Asís" de Álvaro Pombo.
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