Menudo lío tienen montado en Editorial Funambulista.
Otras editoriales pequeñas, como Libros del Asteroide o Impedimenta, demuestran tener bien definida una línea editorial que garantiza a los lectores lo que se van a encontrar al abrir un ejemplar suyo.
Si los de Editorial Funambulista simplemente hubieran optado por el eclecticismo la decisión sería respetable, y valiente la asunción del riesgo que supone generar inseguridad en el comprador. Las sorpresas pueden ser buenas, pero también malas, y a uno le puede gustar aventurarse confiado en las propuestas del editor o recelar temeroso por la incertidumbre.
El problema va más allá. Indagando en su página descubres que hay varias colecciones, lo cual no aclara nada. Navona editorial también tiene hasta cinco colecciones y se percibe la coherencia tanto en cada una como entre todas, además de guardar una práctica y conveniente uniformidad externa. En cambio, lo de Editorial Funambulista es un caos en el que no se ve, en unos casos, el criterio aglutinador y, en otros, la razón de la existencia de alguna categoría. Además, físicamente, los ejemplares de la misma colección son diferentes y los que pertenecen a colecciones distintas son similares.
Unos libros atractivos y elegantes, eso sí, pero son mírame y no me toques. No hay en el mercado otros que menos soporten tenerlos entre las manos, que se ensucien más y envejezcan peor.
Unos libros atractivos y elegantes, eso sí, pero son mírame y no me toques. No hay en el mercado otros que menos soporten tenerlos entre las manos, que se ensucien más y envejezcan peor.
"Secretas injusticias" y "El danés serbio" son títulos cuyo buen recuerdo han hecho que ahora abriera "Rehenes". Al parecer, a pesar del aspecto parecido en un caso e idéntico en otro, cada uno pertenece a una colección distinta. Éste último a una colección que alterna los libros de papá, con los de japonesas contemporáneas, o los de jóvenes añosos españoles con los de exitosas púberes francesas. O naturalistas con malditos.
"Rehenes" es publicitado como El mayor best seller durante la II Guerra Mundial en EEUU. Quizá sea una pena que, en su momento, fuera imposible su publicación en la España franquista, donde era inaceptable un discurso tan explícitamente nihilista o idealista, además de antibelicista y socialista. Setenta años después, demasiado tarde para redimir injusticias, lo que tenemos entre las manos es una historia maniquea y envejecida con un mensaje anticuado y polvoriento.
El relato tiene un ritmo desigual, que arranca ágil, aunque tópico, para después, sometido a toda la ideología que tiene que acarrear, avanzar a trompicones previsibles. Tanto el argumento, una sucesión de escenas artificiales y efectistas, como los personajes, arquetipos reconocibles por repetidos, rígidos e incómodos, son, uno, un mero armazón predecible que engarce y justifique los alegatos lanzados por, los otros, unos instrumentos de propagación ideológica.
Tampoco los alegatos han soportado mejor el paso del tiempo. La diatriba libertaria y antifascista, por incontestable, no genera debate. El existencialismo está más que consolidado como para que ahora suponga polémica alguna. Y en cuanto a las referencias utópicas a un nuevo mundo que está por llegar, si Stefan Heym se refería al ejemplo de su querida RDA, no hay añoranza más rancia, fracasada y superada. Si, por otro lado, se quiere entender como una alusión a soluciones socialdemócratas más moderadas y actuales, sí que ahí para gustos están los colores.
Hay dos autores, dos auténticos best seller de la época, que, aunque continuamente me los encuentro a muy buen precio, nunca me han llamado la atención: W. Somerset Maugham y Lajos Zilahy, precisamente éste tratando de ser recuperado por Editorial Funambulista por medio de la Biblioteca Lajos Zilahy. Leer "Rehenes" no ha conseguido otra cosa que reafirmarme en la idea de la carencia de interés de autores que por alguna razón están olvidados, por mucho que vendieran en su momento.
Puestos ha recomendar una buena historia, menos ideológica, más moderna, real, ambigua y contradictoria, que poco tiene en común con "Rehenes" salvo el telón de fondo, el momento y la ciudad que son los que me la han recordado, es "La hora estelar de los asesinos". No sé cómo se habrá vendido, si fue mucho o poco, qué importa eso.
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