miércoles, 18 de julio de 2012

"Claroscuro", de Nella Larsen

Un libro muy, pero que muy, interesante este "Claroscuro". Todo un acierto el de Contraseña, otra pequeña editorial maña, su descubrimiento para los lectores en castellano.

No la llamaría novela. Y no sólo por su tamaño, ciento noventa páginas menos treinta y seis del prólogo de Maribel Cruzado Soria. Quita también el título, la dedicatoria, la cita, los encabezamientos de cada una de las tres partes, la nota final de los editores y el índice. En total, poco más de ciento cuarenta, con caracteres New Baskerville de buen tamaño.

Ni siquiera novelita. Por su eficaz sencillez, por lo austero de su planteamiento, o por lo directas que son las intenciones de la autora, "Claroscuro" es un cuento largo. Incluso estaría más cerca de ser una pieza teatral, ya que la ausencia de acción, la sobriedad de escenarios, junto con el imperio de los gestos y palabras de los personajes, facilitan su transcripción al medio dramático.

Nella Larsen, parecer ser, se dijo voy a escribir poco pero lo voy a hacer bien, concisa y elegante, cuidando la sintaxis. A Nella Larsen le gustaban las joyas, y quiso crear su propia gema, elemental, pura. El color era lo de menos, siempre que fuera hermosa, brillante, precisa, afilada. Y con muchas facetas donde reflejarse.

El resultado es una historia aparentemente íntima y doméstica, que aborda y disecciona las ambiciones, esperanzas, deseos y temores que cimientan la construcción y desarrollo de cada proyecto familiar, o los pulsos, tensiones, dudas y crisis que gobiernan la evolución de las relaciones de pareja. Por encima, el objetivo fundamental es el de concienciar al lector sobre conceptos como el de la discriminación o el de la conciencia de raza, lo que es muy instructivo para los privilegiados desconocedores de su existencia.

Aunque sea una historia básicamente de mujeres, y de mujeres negras, "Claroscuro" no es ni feminista ni combatiente con la causa racial. Es una obra que supura sensibilidad y sentido común. Piedad no. La autora demuestra que tanto que los hombres somos previsibles y medrosos como las mujeres, además de complejas y apasionadas, son también complicadas e impulsivas; que tanto los blancos eran brutales e injustos, y los negros agraviados, como las comunes debilidades, miedos y pasiones los igualan.

El gran mérito de Nella Larsen está en la objetividad en la exposición. Construye unos personajes provistos de los matices necesarios para sus (de ella) intereses. Colocados en situaciones meditadas, ofrecen el abanico completo de alternativas, fundamentan argumentos opuestos, y suscitan preguntas que permiten la reflexión, el debate y el análisis. Y para no decantar las conclusiones hacia un lado determinado, no es misericordiosa con  ninguna de sus criaturas. Ni tampoco fue una mujer feliz.

Las similitudes personales con el personaje que, aunque narrada en tercera persona, establece el punto de vista de la narración, hacen pensar que hay mucho de autobiográfico en esta historia. Si además es especialmente inclemente con dicha figura, sobre todo a partir de la segunda parte, la conclusión es que era dolorosamente lúcida, consciente de sus defectos, y que la literatura fue la purga, la terapia o su penitencia auto impuesta.

Una posdata para Pepa Linares, la bregada traductora, a falta de mayor responsable de un título un tanto burdo, y poco sutil. Es posible que el original sea intraducible, que su versión literal carezca de sentido porque gran parte del mismo se pierda en el tránsito, o que una opción más respetuosa carezca de atractivo, pero a quién se le ha ocurrido un título tan poco sutil. Si no es tarde aún, ofrezco una alternativa para una ediciones futuras, "Café con leche".

Sinopsis, y más información sobre "Claroscuro" y Nella Larson.