"El Método" pasará, está pasando o, publicada en España va para casi un año, ha pasado ya totalmente desapercibida.
Con esa portada, tan blanca, tan aséptica, tan desangelada y disuasoria, tan consecuente, difícilmente se anime un posible comprador a abrirlo y descubrir que su autora ha ganado montones de premios. Y son premios importantes, no como los de aquí, creados por las editoriales para intentar (engañar) vender más.
En el norte ya se sabe que no le dan un premio a cualquiera. Allí, de Pirineos para arriba, no se dejan presionar, ni están sujetos a intereses, modas o cupos. Allí simplemente se premia a quien se lo merece.
Tampoco a nadie le entran ganas de sostener un ejemplar, darle la vuelta y leer que continúa la tradición de distopías clásicas como "1984", "Un mundo feliz" o "Fahrenheit 451", que es lo mismo que decir que esta a ese nivel. Qué osadía.
Juli Zeh ha tenido una buena idea. A partir de ella plantea cuestiones relevantes y aborda temas calientes en Occidente, candentes en este país. Unos, generales y abstractos, la libertad individual o las sociedades entendidas como seres vivos, sobrevuelan implícitos. Otros conflictos más concretos son los directamente analizados, la compatibilidad de los intereses generales con los particulares, la legitimidad del estado para restringir, invadir, adoctrinar o educar a los individuos, los posibles límites del derecho de éstos a usar, disfrutar o abusar del propio cuerpo, la concurrencia en su delimitación de factores económicos, políticos, éticos, religiosos o de simple convivencia.
Con todo ello, Juli Zeh elabora, cuando quiere, un discurso inteligente, preciso en la definición de conceptos y en la construcción de argumentos, cuya principal virtud es evidenciar las enormes complejidades que estos asuntos comportan. Por eso resultan decepcionantes el planteamiento, simplón, maniqueo y tendencioso, o la complaciente, estética, fácil y obvia conclusión. Y no es ése el mayor problema.
Salvo por la concisa y esperanzadora presentación o un simbólico rincón clandestino, la historia discurre en fundamentalmente en tres escenarios interiores. La quimera propuesta, presidida por un único principio absoluto, es elemental e instrumental, sencillamente un entorno propicio malogrado. La elegancia, sencillez, pulcritud y ahorro tan acordes proporcionan una coreografía muy efectiva, en la que lo fundamental son las conversaciones, no los actos. Los personajes son pocos, alegóricos y afectados, brochazos planos de colores vivos, inertes marionetas que se limitan a dialogar, discutir o debatir de forma categórica y sentenciosa.
La sensación final que queda es que Juli Zeh se equivocó de género. "El Método" resulta como novela corriente, esquemática e incompleta. Como texto filosófico no daría la talla. Y el ensayo que pudiera surgir sería burdo y partidista.
Lo más acertado hubiera sido presentarlo en forma de obra de teatro, y tal vez así hubiera quedado digna.
Lo más acertado hubiera sido presentarlo en forma de obra de teatro, y tal vez así hubiera quedado digna.
Más información sobre "El Método" y página oficial de Juli Zeh