José Jiménez Lozano fue galardonado en 1992 con el Premio Nacional de las Letras Españolas. Recibió el Premio Cervantes de Literatura en Lengua Castellana en 2002. Un artículo suyo, "Sobre el español y sus asuntos", fue reconocido con el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes en el último año del siglo pasado. Y, desde 1989, forma parte del palmarés del Premio Nacional de la Crítica gracias a "El grano de maíz rojo".
Uno de los objetivos de este tipo de premios es lograr que las obras y autores honrados alcancen mayor popularidad. Pues reto a que se encuentre, fuera de Castilla y León, un libro de José Jiménez Lozano en alguna librería. Ni siquiera las últimas novelas publicadas por Seix Barral, Ediciones Encuentro o RBA, o la recopilación de sus cuentos por parte de Ediciones Cátedra.
Estamos hablando del autor que, desaparecidos Camilo José Cela, Francisco Ayala y Miguel Delibes, debe ser el pater familias de la literatura castellana, y en castellano, no un desconocido para la mayoría. Ese título de dómine no se lo dan los premios, que ésos, al fin y al cabo, no son mérito suyo y se los pueden otorgar a cualquiera, sino la calidad de su obra y la profundidad de su pensamiento.
Por ejemplo, "El grano de maíz rojo" es una demostración de lo que es literatura pura y exquisita. De cómo plasmar en el papel dudas, preguntas, miedos, opiniones, certezas o ascos, comprometido estética e intelectualmente, utilizando imágenes, situaciones, ejemplos sugerentes, con gran poder evocador y provocador de una respuesta por parte de un lector cómplice y exigido.
Los cuentos de esta colección se caracterizan por su sencillez y agudeza. Poemas que por necesidad, en un momento temprano de su desarrollo embrionario, mutaron y evolucionaron como raquíticas criaturas prosaicas, pero evidenciando indudables vestigios líricos, son breves, salvo el que da nombre al conjunto, y todos ellos precisos en su mensaje e intención. Su estructura y diseño están ideados para cumplir con eficacia una tarea básica. José Jiménez Lozano siente la necesidad de compartir pensamientos, temores, dilemas, incertidumbres, convicciones, de dar testimonio de injusticias e incongruencias, por medio de elementales e ilustrativos tropos, utilizando un lenguaje propio, de signos reconocibles e interpretables, muy sugestivo, y un hilo de ironía sutil, perversa y sañuda.
"El grano de maíz rojo" son treinta y un relatos, treinta y una propuestas de debate especulativo con quien se preste. Treinta y una cuestiones que permiten abarcar muchos temas, ordenados, lo cual le da unidad, desde lo más amplio a lo más concreto, desde lo inmaterial, abstracto e indefinido a lo cercano y cotidiano. De lo inasible a lo sufrido.
Comienza planteado recelos etiológicos. Luego concreta en el fenómeno religioso, discute su papel y el carácter incuestionable de sus principios y dogmas, para centrarse en el cristianismo y, sobre todo, en la Iglesia, a la que somete a una descarnada revisión. Surgen temas como la hipocresía, la imposición de doctrina, la intolerancia y falta de clemencia; la manipulación de la figura de Jesucristo, la distorsión del mensaje original; su obcecación por el poder, la riqueza y el boato; su alejamiento de la grey a la que sometió al imperio del miedo y la culpa por medio de herramientas tales como los pecados y los milagros, y a la que se le negó cualquier tipo de disfrute, no ya placer.
En la segunda mitad José Jiménez Lozano se centra en la historia, circunstancias y evolución de España y de los españoles. Es entonces cuando se repiten las imágenes de casas solariegas, situadas en parajes hermosos pero alejados y solitarios, con un pasado esplendoroso y ahora cerradas o abandonadas. O las historias de personajes enfermos, impedidos, alienados o retrasados, que son cuidados por madres o hermanas acaparadoras.
Muy estimulante la lectura de esta colección y ejemplo, repito, de lo que es literatura. Una literatura vigente y actual que ha de ser rescatada.
Estamos hablando del autor que, desaparecidos Camilo José Cela, Francisco Ayala y Miguel Delibes, debe ser el pater familias de la literatura castellana, y en castellano, no un desconocido para la mayoría. Ese título de dómine no se lo dan los premios, que ésos, al fin y al cabo, no son mérito suyo y se los pueden otorgar a cualquiera, sino la calidad de su obra y la profundidad de su pensamiento.
Por ejemplo, "El grano de maíz rojo" es una demostración de lo que es literatura pura y exquisita. De cómo plasmar en el papel dudas, preguntas, miedos, opiniones, certezas o ascos, comprometido estética e intelectualmente, utilizando imágenes, situaciones, ejemplos sugerentes, con gran poder evocador y provocador de una respuesta por parte de un lector cómplice y exigido.
Los cuentos de esta colección se caracterizan por su sencillez y agudeza. Poemas que por necesidad, en un momento temprano de su desarrollo embrionario, mutaron y evolucionaron como raquíticas criaturas prosaicas, pero evidenciando indudables vestigios líricos, son breves, salvo el que da nombre al conjunto, y todos ellos precisos en su mensaje e intención. Su estructura y diseño están ideados para cumplir con eficacia una tarea básica. José Jiménez Lozano siente la necesidad de compartir pensamientos, temores, dilemas, incertidumbres, convicciones, de dar testimonio de injusticias e incongruencias, por medio de elementales e ilustrativos tropos, utilizando un lenguaje propio, de signos reconocibles e interpretables, muy sugestivo, y un hilo de ironía sutil, perversa y sañuda.
"El grano de maíz rojo" son treinta y un relatos, treinta y una propuestas de debate especulativo con quien se preste. Treinta y una cuestiones que permiten abarcar muchos temas, ordenados, lo cual le da unidad, desde lo más amplio a lo más concreto, desde lo inmaterial, abstracto e indefinido a lo cercano y cotidiano. De lo inasible a lo sufrido.
Comienza planteado recelos etiológicos. Luego concreta en el fenómeno religioso, discute su papel y el carácter incuestionable de sus principios y dogmas, para centrarse en el cristianismo y, sobre todo, en la Iglesia, a la que somete a una descarnada revisión. Surgen temas como la hipocresía, la imposición de doctrina, la intolerancia y falta de clemencia; la manipulación de la figura de Jesucristo, la distorsión del mensaje original; su obcecación por el poder, la riqueza y el boato; su alejamiento de la grey a la que sometió al imperio del miedo y la culpa por medio de herramientas tales como los pecados y los milagros, y a la que se le negó cualquier tipo de disfrute, no ya placer.
En la segunda mitad José Jiménez Lozano se centra en la historia, circunstancias y evolución de España y de los españoles. Es entonces cuando se repiten las imágenes de casas solariegas, situadas en parajes hermosos pero alejados y solitarios, con un pasado esplendoroso y ahora cerradas o abandonadas. O las historias de personajes enfermos, impedidos, alienados o retrasados, que son cuidados por madres o hermanas acaparadoras.
Muy estimulante la lectura de esta colección y ejemplo, repito, de lo que es literatura. Una literatura vigente y actual que ha de ser rescatada.
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