Intentar ser educado, gesto que no frecuento y al cual no estoy acostumbrado, me ha llevado hasta "El libro uruguayo de los muertos".
Una conversación iniciada por mí, asumo la responsabilidad. Con un absoluto desconocido. No es que olvidara su nombre, como suele suceder cuando se me dice el de alguien a quien supongo no voy a volver a ver, es que no me fue proporcionado. Bien se cuidó de que, si fuera necesario, no pudiera ir contra él.
Esa charla mesurada, en la que, aparte de nuestros gustos, recuerdo se mencionó a Bolaño, Cesar Aira, la leche, el cacao, las avellanas y el azúcar, terminó con el ofrecimiento de un ejemplar de "El libro uruguayo de los muertos".
Le había dicho que Bolaño me parecía desmesurado, que cuando alcanzaba la perfección siempre iba un paso más allá, y acababa estropeándolo. Que la trilogía de Agustín Fernández Mallo era una propuesta cautivadora mas de corto recorrido, una belleza cegadora que envejecerá muy mal.
Y, sobre todo, que no me atrevía con Cesar Aira. Que tenía curiosidad, sí, pero que lo único que había en casa era "Las aventuras de Barbaverde". Que yo, para una primera cita, buscaba algo más breve, un libro de cuentos, el cual pudiera dejar inconcluso sin remordimientos en caso de decepción o disgusto.
Es cierto que lo suyo no fue una recomendación. Fue una presentación. Se recomiendan los libros, o los autores. Las personas son presentadas.
Buscó y rebuscó entre pilas de libros, encontró el volumen del "Libro uruguayo de los muertos", y al entregármelo dijo quiero que conozcas a Mario Bellatin.
Esta Guacamole experience íntima, espiral, redundante y excesiva, muestra un personaje fascinante, y complejo, pleno de temores, traumas, obsesiones, rutinas, arrebatos, arbitrios o cuitas.
Mario Bellatin se entrega en esta exhibición vocal, una rítmica y recurrente sucesión de mutantes enunciados, surrealistas, poéticos, cotidianos, simbólicos, absurdos, irónicos. Y, por supuesto, tratándose de un escritor, muchísima metaliteratura. Variaciones sobre los mismos asuntos, que incorporan mensajes cifrados, leales homenajes y algún ajuste de cuentas.
Mario Bellatin se ofrece, pero no se sincero. Su franqueza es la del poeta, y exige en la lectura de cada párrafo el esfuerzo y la atención que aquél pide para sus estrofas.
Es bueno conocer a las personas, y conocerlas bien. Pero hasta de la persona más atractiva es innecesario saberlo todo. Siempre habrá un aspecto que defraudará.
"El libro uruguayo de los muertos" es una obra sólida y coherente en su conjunto. Con tonos variados para afrontar la realidad desde puntos de vista dispares. Para captar los estados de ánimo, y de espíritu. Pero como una convivencia opresiva, consume y acaba decepcionando.
No les recomiendo "El libro uruguayo de los muertos". Simplemente, les presento a Mario Bellatin, escritor. Fartúquense.
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