jueves, 29 de septiembre de 2011

"En manos del diablo", de Anne-Marie Garat.


"El grupo editorial Norma anuncia el cierre de sus áreas de ficción y no ficción".

Traducido, adiós a La otra orilla, Parramón y Verticales de bolsillo. Si ya era posible encontrar sus ejemplares en librerías de saldos, prepárate para el alud. En otra ocasión, hace un par de años, aproveché para hacerme, a un precio ridículo, con algunos libros interesantes, la mayoría de la colección la orilla negra, como los fronterizos "La memoria de los muertos" y "Mexicali city blues" de Gabriel Trujillo Muñoz, "Avaricia" de Frank Norris, el ágil "Cien dólares, baby" de Robert B. Parker, o "Hollywood Station", "Campo de cebollas" y "Los nuevos centuriones" de Joseph Wambaugh, uno de los básicos del género, los dos últimos títulos editados por Verticales de bolsillo. Para hacer fondo de armario.

Lamentando el final de una editorial con gusto y preocupación por la presentación externa de su productos, aunque éstos soporten mal el uso y el manoseo, como homenaje cuasi póstumo me he atrevido con una obra apartada para cuando encontrara un hueco. O me sirvo de esta excusa o tendría que esperar a que Umberto Eco hiciera la versión pulida, porque quién tiene tiempo ahora para enfrentarse a más de mil trescientas páginas. >1300.

Pensándolo, es lo mismo cuatro novelas de trescientas y pico páginas que una de mil trescientas treinta y cinco. Hay que ser osado con estos mastodontes, más si son buenos. Si es malo siempre se puede devolver a la estantería y a otra cosa.

Si Charles Dickens, Robertson Davies y John Irving ejemplifican una lineal evolución de la narrativa más ortodoxa y formal, Anne-Marie Garat, al escribir "En manos del diablo", da dos pasos atrás, acertados y necesarios para recuperar una tipo de literatura sacrificada en nombre de la moderna brevedad, y que no se debe olvidar.

A veces, para construir una gran historia hay que explicar convenientemente el contexto, para crear unos personajes sólidos, da igual que sean protagonistas, secundarios o con una aparición puntual, es necesario tomarse su tiempo, y para plasmar sentimientos y pasiones no basta con adjetivarlas, hay que demostrarlas siendo reiterativo, como circulares y repetitivas son nuestras obsesiones.

Anne-Marie Garat es una nostálgica. Con "En manos del diablo" rinde homenaje al folletín, al cual reivindica respetuosamente y que es el marco más apropiado para lo que se quiere contar y para reflejar el momento en que transcurre. Es considerada con la tradición.

Las historias, tanto la principal como las accesorias, son las propias del género. Las de amor abarcan los primeros amores, los imposibles, los clandestinos, los no correspondidos, los abusos y, como lógico diezmo al presente y a la normalidad, los amores prohibidos. La aventura e intriga que constituye el tronco narrativo es real y nada exagerada, está perfectamente integrada en el entorno histórico, la necesaria parte de conjura y conspiración está justificada, e incluye elementos clásicos, como paisajes exóticos, enfermedades tropicales, espionaje o rivalidades políticas.

Los personajes, todos ellos trabajados, son, revisados y actualizados, los típicos de un folletín. No presentan, a pesar de la variedad, ninguna novedad; muertos añorados, tías maternales, padres desapegados, madres autoritarias, hijas sumisas, hijos calaveras, nobles diletantes, burgueses industriosos, amas de llaves leales, cocineras orgullosas, criadas enamoradizas, palafreneros silenciosos, institutrices hermosas, contables cuadriculados, médicos absortos, notarios rijosos, coroneles crueles, policías irónicos, anarquistas idealistas, políticos medrosos, periodistas audaces, artistas tolerantes y representantes amanerados.

Pero, si bien tiene aspecto de novela de principios del XX, es de comienzos del siglo XXI, y eso se nota. En la sintaxis que, por momentos sorprendente, achacada a la traducción, se demuestra luego sistemática. En los inesperados cambios de puntos de vista. En la cariñosa ironía con la que detalla los avances de la época, señalando la inocencia crepuscular de una sociedad. En el uso del pasado para enfrentarnos al presente, indicando desigualdades y carencias económicas, sociales y de género todavía no resueltas totalmente. En las situaciones novedosas a las que somete a los personajes, las reflexiones que surgen y el anacrónico interés por las sensaciones. Y en la distante perspectiva desde la que es observada y juzgada una época, la misma desde la que seremos, algún día, observados y juzgados nosotros.

Como colofón a su monumentalidad, un epílogo de ciento treinta páginas, que incluye, además de referencias a una posible continuación materializada en "Nacida de las tinieblas", cambios de registro, uno más moderno acorde con un salto temporal, y otro hacia la abstracción poética y el surrealismo, consecuencia de la guerra y homenaje a los movimientos artísticos de la época que huían así de la realidad.

Buscaré ansioso "Nacida de las tinieblas" entre los saldos. Sólo son mil treinta y dos páginas.

Sinopsis y más información sobre Anne-Marie Garat 

viernes, 23 de septiembre de 2011

"Los lobos" vs "Historia de un alemán"

Sin duda el Nazismo es uno de los fenómenos más trascendentales de la historia, un acontecimiento que no sólo no debe ser olvidado, sino que hay que tenerlo siempre fresco en la memoria colectiva, como fuente continua que puede ser de importantes lecciones para el futuro.

Personalmente considero más interesante que la ideología en sí conocer cuáles fueron las circunstancias en las que germinó. Antes que las conocidas consecuencias, la 2ª Guerra Mundial y el Holocausto, prefiero comprender cuál era el escenario en el que se encontraba el pueblo más culto de Europa para que una parte abrazara esos postulados, alzara a sus líderes hasta el poder y aplaudiera la chiflada deriva mientras el resto fuera incapaz de evitarlo.

Tenía muchas ganas de leer a Hans Hellmut Kirst, escritor que gozó de una notable popularidad en los años 50 y 60 gracias a unas novelas en las que pretendía poner en evidencia el régimen nazi. Sentía curiosidad por obras como "La noche de los generales", "Las noches de los cuchillos largos" o la satírica serie antibelicista 08/15, una trilogía alargada, dada su popularidad, con dos secuelas. Editorial Almuzara recupera "Los lobos", anteriormente editada en 1970 por Ediciones Destino, en su prestigiosa colección "Áncora y Delfín", y de la cual se dice que es una alegoría de la astuta resistencia del pueblo alemán.

Una vez leída, la primera sensación es agradable, debida a la simpatía que despiertan los personajes principales, la ironía que rezuma, su fácil lectura, el buen ritmo, el optimismo general de la obra, y a su, aunque abierto, final feliz.

Pero, a poco que lo dejas reposar, surge la indignación cuando al reflexionar te es revelado que lo leído está más cerca de la ciencia-ficción que de un testimonio histórico riguroso. Kirst le ofreció a la sociedad alemana de posguerra lo que necesitaba para calmar su mala conciencia, la existencia de una sociedad que se enfrentaba al régimen, de una resistencia interna real, inteligente y eficaz, capaz de burlar al y burlarse del Tercer Reich.

Las intenciones de Kirst son manifiestamente alegóricas. Crea un Macondo teutón, un pequeño pueblo fronterizo, en el que sus conciudadanos representan a cada uno de los estamentos sociales, políticos y religiosos y reflejan las diferentes opciones personales, valientes, cobardes, activas o pasivas, todos los comportamientos posibles que, supuestamente, tuvieron lugar. Y, ciertamente, la mayor parte de las descripciones, aunque edulcoradas, son objetivas y no hay ausencias relevantes.

Temporalmente este microcosmos es enfrentado a tres momentos, las tres partes en que se divide la novela, correspondientes con los periodos previos a los acontecimientos más importantes, la llegada al poder de Hitler, quien es apenas mencionado, el estallido de la guerra y su final. De los tres episodios, únicamente el primero es verosímil, el que muestra a unas personas que se dan cuenta de lo equivocados y peligrosos que son los que ansían el poder y de la necesidad de actuar con mucha prudencia, nunca enfrentándose o manifestando abiertamente su oposición. El resto es increíble; una segunda parte en la que los nazis, más ocupados en luchas intestinas, no actúan, a pesar de sus sospechas, contra los focos antagonistas por falta de pruebas, y soportan pacientemente los actos de sabotaje, y un final en el que los judíos no sólo no mueren sino que participan en la huida organizada de los prisioneros de guerra a través de la frontera, en la que también colaboran médicos, funcionarios, policías y la nobleza.

Sólo faltan las risas enlatadas para estar ante una aguda, mas bondadosa, sit-com, una "Plaza de España" a la alemana. Los que se indignaron ante la supuesta frivolidad de "Malditos bastardos" tal vez tengan más motivos, por diferentes razones, para molestarse si leen "Los lobos".


En las antípodas está esa maravilla escrita por Sebastian Haffner, "Historia de un alemán", una joya que estuvo, a punto de perderse, olvidada en un cajón más de cincuenta años.

Con una lucidez e inteligencia deslumbrante, también con un distanciamiento y frialdad frutos del pesimismo, consciente de que su futuro es la emigración forzada, explica apoyado en sus recuerdos y experiencias cuáles son los factores sentimentales, económicos y sociales que confluyen y constituyen los cimientos de la aparición de un pensamiento aberrante y cómo éste cautiva, envenena y aliena a los alemanes.

Y lo explica de una forma tan racional que con vergüenza concluyes que realmente lo más lógico para la mayoría era adoptar con fervor esas ideas, o como mucho, si tenías un mínimo de sentido común, mantenerte al margen temeroso, y que sólo los mentalmente más resistentes, sensibles y en su fuero interno valientes, mantuvieron la cordura y no cayeron en la trampa.

Desde la distancia resulta increíble e injustificable el comportamiento general de aquella sociedad. Este libro, además de denunciarlo, es capaz de explicarlo, revelando que fue el resultado de la conjunción de diversas circunstancias, entre otras una 1ª Guerra Mundial cuya derrota, salvo por los que la sufrieron en el frente, no fue, por culpa de la propaganda, percibida ni entendida, y por lo tanto tampoco asumida, un antisemitismo endémico latente, una situación económica durísima, con una inflación desatada y las consiguientes devaluaciones, un alto índice de paro y unas potencias vencedoras exigiendo el pago de la deuda de guerra.

Además de sagaz está bien escrita, con ecuanimidad y rigor. Únicamente se permite una licencia literaria, que a lo mejor no es tal, al reunir en el grupo de cuatro amigos las diferentes posturas adoptables ante lo que estaba ocurriendo, la entusiasta asunción, la permisividad y comprensión por parte de monárquicos y nacionalistas, la confrontación abierta de los socialdemócratas y comunistas que serán purgados, y la resistencia pasiva de los que simplemente no están de acuerdo, los cuales son invitados a aceptar el nuevo régimen o relevados de sus cargos. Especialmente aleccionadora es la explicación de cómo van poco a poco tomando el poder por medio del terror impune.

Difícilmente se puede encontrar un libro más perspicaz, brillante, no ya recomendable, imprescindible, una lectura obligatoria, que debería estar en los programas educativos, da igual si de Literatura, Historia,  Economía, Ética, o de Educación para la Ciudadanía.

Más información sobre: "Los lobos" e "Historia de un alemán"

viernes, 16 de septiembre de 2011

"Schlumpf, Erwin: Homicidio" o "El inspector Studer", de Friedrich Glauser

Esta es la historia de un liguero.

Y es que esta historia es como un liguero. Liguero, no hay palabra más vulgar, como "Schlumpf, Erwin: Homicidio". Menudo título, los propios editores lo reconocen: Vale, de acuerdo, no lo tenemos claro, si queréis también podéis llamarla "El inspector Studer". Cuánto título para tan poco libro.

Editorial Acantilado es especialista en bajar del altillo cajas llenas de, normalmente, agradables sorpresas; preciosos vestidos vintage obra de Stefan Zweig, elegantes y confeccionados con buenos paños, o brillantes alhajas talladas por el ojo preciso de ese cronista magistral que fue Eugeni Xammar.

En este caso la caja olvidada provenía de un pariente lejano que hace muchos años emigró a Suiza y que, en su momento, les envió con recuerdos de aquellas tierras dentro. La abrieron y publicaron este liguero.

Como un liguero, "Schlumpf, Erwin: Homicidio" es un objeto pintoresco, simpático. También anticuado, pasado de moda. No cabe duda que para una sociedad reprimida y timorata como la suiza de entreguerras los relatos de Friedrich Glauser fueran excitantes, apasionantes. Ahora, en la era del algodón blanco, no provocan más que cierta gracia.

Como un liguero, la anécdota contada en "El inspector Studer" es ridícula y superficial, malograda ocasión para ahondar en otras cuestiones. Un suceso provinciano exiguo y anodino, reflejo de un pueblo muy educado y neutral, con un, al parecer, sutil sentido del humor, mas pazguato, comparado con lo apasionante que fue ese periodo un poquito más al norte. No es que sea preferible el recorrido histórico de Alemania al que adoptó Suiza, todo lo contrario, pero a toro pasado y desde el punto de vista literario, sí es palpitante o aleccionador uno y mortecino el otro.

Como un liguero, artificioso, lleno de cintas y adornos para disimular su prosaica función, esta historia está llena de postizos y trampas dispuestos fingidamente con la única intención de complicar artificialmente la trama y su resolución. A Glauser le gustó su idea y, para estirarla, hizo que el inspector Studer estuviera encantado en la villa de Gerzenstein, con sus carteles y la música saliendo por las ventanas, y que, aún sabiendo todos desde el primer momento quién era el culpable, justificara sus permanencia con entrevistas, interrogatorios y búsqueda de pruebas.

Si Editorial Acantilado dejó de apostar por Friedrich Glauser por qué vamos a hacerlo los demás. Le dio dos oportunidades; en 2001 publicaron "El reino de Matto" y dos años después la que nos ocupa. No ha habido una tercera ocasión. En esa caja proveniente de los Alpes quedan otros objetos, tal vez un sombrero típico, unos tirantes, nada aprovechable.

Si al menos hubiera un reloj de cuco, igualmente pintoresco, simpático, anticuado, ridículo, pero capaz de sorprendente si te pilla desprevenido.

Más información sobre: Friedrich Glauser y "Schlumpf, Erwin: Homicidio"

sábado, 10 de septiembre de 2011

"Asesino Cósmico", de Robert Juan-Cantavella


Francisco Casavella lo sabía. Antes de morir tuvo tiempo de trasmitírselo a Javier Calvo. El secreto de Editorial MondadoriMercedes Cebrián yEdmundo Paz Soldán, fueron los encargados de contárselo a Robert Juan-Cantavella. "Si quieres que esta gente te publique, tu libro ha de estar escrito en presente de indicativo"

Es un criterio acertado, que le da elegancia y precisión a la narración. Debería ser lo lógico.

Pero vamos a lo que estamos. ¿Qué decir de "Asesino Cósmico"? Como la propia novela, puedo contar mucho y no decir nada.

Suena demasiado duro, más cuando no es una mala lectura. Simpática e ingeniosa, deja no obstante una pregunta fundamental sin responder.

Hay libros que es muy difícil recomendar. Cómo recomendar una novela que comienza como novela histórica en un entorno fantástico, pasa a ser la novela de ciencia-ficción que se presume, para transformarse en novela de terror gótico, mutar después en libro de caballería con retazos de explícito erotismo, un poquito de gore y pinceladas de western, y vuelta a empezar con el añadido de momentos surrealistas. Todo en el marco de una novela simbólica e intemporal.

Aunque nominalmente está situada en un futuro cercano, esto es relativo ya que es el mañana de un mundo imaginario, que incluye más elementos de nuestro pasado que novedades, que recuerda, más por fuentes comunes que por una ascendendencia directa, a creaciones anteriormente leídas de Fernando Aramburu o Javier Tomeo.

Salvo el manejo de unos elementos ajenos y el resultado obtenido, nada hay original en "Asesino Cósmico". Y esa es su pretensión, mostrar que está todo inventado en las artes narrativas, la tía literatura y su sobrino el cine, que lo que queda es recrear y revisar historias ya contadas.

Esta demostración se convierte en un gran homenaje a sus gustos e influencias, con una intención lúdica o paródica. Es un derroche, sí, de imaginación, que se aprovecha de referencias literarias y cinematográficas, de la iconografía, la nomenclatura y la imaginería tradicional de cada género.

"Asesino Cósmico" prueba que un escritor es la consecuencia de sus lecturas, y es paradigma de que  éste siempre escribe la novela que le hubiera gustado leer. Un deseo llevado al extremo, en el que no sólo el argumento cambia de un género a otro, sino que los personajes saltan a su vez de una historia a otra y las historias tan pronto son contadas por un personaje como lo son por otro, como se materializan reales.

Si bien se reconocen méritos narrativos, mucha imaginación y gran empeño por cerrar certeramente una estructura complicada, hay que señalar que esto no es suficiente. He buscado y no he encontrado, no me atrevo a asegurar que no la haya, una clave que me permitiera entender e interpretar la obra como una metáfora de algo más allá de una simple chanza, que excusase el mayúsculo esfuerzo. Una respuesta a una sencilla pregunta ¿Y? 

Cómo recomendar, por tanto, lo que únicamente es una gran broma, me temo que muy privada, íntima, que puede hacer o no gracia independientemente del sentido del humor o la inteligencia del lector.

Más información: "Asesino Cósmico", Robert Juan-Cantavella y asesinocosmico.blogspot.com

martes, 6 de septiembre de 2011

"Crimen en el Barrio del Once", de Ernesto Mallo


"Crimen en el Barrio del Once" tiene sus cosas buenas y sus cosas peores. Bastantes cosas muy buenas pero unas pocas, al menos cuatro, regulares.

Para Ernesto Mallo la trama no es lo importante. Esto no es un demérito, todo lo contrario. La realidad pocas veces supera a la ficción. La mayoría de las ocasiones la vida es sencilla. La precipitación y la inexperiencia a la hora de cometer un crimen, mas si el autor es alguien sin valor e incapaz movido únicamente por la rabia y la desesperación, suponen dejar tras de sí numerosas pruebas y pistas que permitirán una rápida inculpación y resolución.

Eso es lo normal, como demuestra la Sexta por las mañanas.

"Crimen en el Barrio del Once" no tiene pretensiones de intrigar ni sorprender y, por lo tanto, tampoco tentaciones de trampear y engañar. Mejor una historia franca, bien contada y mejor resuelta que enredos artificiales. No importa que atinemos lo que va a pasar, eso no significa que sea previsible. Previsible es cuando se quiere desconcertar  y no se consigue. Esta obra es lógica y consecuente, con la austeridad propia del género negro clásico, con un ritmo adecuado y una interesante, ágil, rigurosa forma de presentar los diálogos.

Ésta es una novela sobre personas, preocupada por argüir cuándo, cómo y porqué se hacen determinadas cosas y se desencadenan acontecimientos inusuales. Por eso, si se ha acertado al elegirlas y dibujarlas, hay que ser cuidadoso con lo que se pone en su boca, para no estropearlo.

El pecado, venial, de Ernesto Mallo es la falta de sutileza en algunos momentos.

Con la mujer de Giribaldi se le va la mano. La responsabiliza con la representación de una clase social, deposita en ella tanto significado que el valor metafórico desaparece y sólo queda un borrón grotesco. Véase la página 62.

Cuando profundiza en la cuestión amorosa, para explicar y justificar los comportamientos posteriores del protagonista, un par de diálogos penalizan a los intervinientes y ridiculizan sus interacciones. Páginas 34 y 103.

La dictadura militar argentina es una situación tan trágica y terrorífica que se impuso a todo y a todos, una presencia constante que condicionaba las conversaciones, las conductas, las decisiones. No es necesario que se destaque, se evidencia por si misma. Eso está bien reflejado; con el discurrir normal del relato, la inmoralidad, la arbitrariedad o la vileza se descubren perfectamente integrados. El problema está en la inclusión quimérica de un discurso ideológicamente irreprochable e incuestionable pero a la vez, y parcialmente por eso, increíble e innecesario, en boca del personaje más logrado. Página 149.

Sólo son cuatro detalles. La opinión general es que es buena, merecedora del premio Memorial Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón en 2007. Si Ediciones Siruela, como parece, se decide a publicar una segunda novela suya y la encuentro a buen precio, con gusto insistiré.

Más información sobre: Ernesto Mallo y Sinopsis