En dos partes claramente se dividen las seiscientas páginas de "Honrarás a tu padre". Dos partes muy bien escritas, mas sometidas a una pasmosa, y en más de un caso discutible, traducción. Una primera mitad entretenida aunque ya sabida, la otra original a la vez que tediosa.
Las primeras trescientas páginas satisfacen las expectativas y cumplen sobradamente con lo prometido. Una enciclopédica, e inofensiva, recopilación de anécdotas sobre el crimen organizado. Un ameno y completísimo, aséptico también, tratado sobre sus orígenes, desarrollo, apogeo, persecución y declive.
Las primeras trescientas páginas satisfacen las expectativas y cumplen sobradamente con lo prometido. Una enciclopédica, e inofensiva, recopilación de anécdotas sobre el crimen organizado. Un ameno y completísimo, aséptico también, tratado sobre sus orígenes, desarrollo, apogeo, persecución y declive.
Toda esta información suena conocida. Nada que no se haya ofrecido en "El Padrino", "Uno de los nuestros" o "Casino", por ejemplo. Gay Talese, indirectamente, lo reconoce a través del protagonista (página 349). La diferencia de "Honrarás a tu padre", con respecto a otras obras fruto de la creatividad de cineastas y escritores, está en que ésta confirma que es verdad lo imaginado, sospechado o inventado por las demás.
Lo que sí sorprende y se agradece es la fluidez con que es presentada, el ritmo sostenido y la eficacia en el complicado manejo de los constantes saltos, tanto temporales, hacia delante y hacia atrás, como espaciales, de un continente a otro o entre los estados de la Unión. También el afrontar la narración desde los puntos de vista de los protagonistas, el hijo, su mujer y, en menor medida, el padre, siendo, con diferencia, el más sustancioso el femenino. Y todo para formar un conseguido edificio, firme y homogéneo.
La segunda mitad, es mucho más convencional y lineal, señalando así las diferencias entre los buenos y los malos tiempos, el cénit y el ocaso, lo emocionante y lo rutinario. Da una imagen más real de los mafiosos, el tedioso día a día, su decadencia; se trata de acabar con la interesadamente dada por Hollywood, llena de acción y violencia, y que omitía la parte aburrida y monótona. En algún momento la lectura resulta lenta o pesada, pero es porque se deleita en los detalles necesarios para proporcionar un visión auténtica de la sufrida vida doméstica, tanto del núcleo principal como de la familia política, y del contexto, de los cambios sociales, de principios y valores que se produjeron en la América de los sesenta, la emancipación de la mujer, la aparición de nuevas ideas, laicas, pacifistas o antimilitaristas, o la mezcla e integración de los distintos grupos étnicos. A tenor de lo que dice el autor en el epílogo, ésta era una de sus fundamentales preocupaciones.
Lo que sí sorprende y se agradece es la fluidez con que es presentada, el ritmo sostenido y la eficacia en el complicado manejo de los constantes saltos, tanto temporales, hacia delante y hacia atrás, como espaciales, de un continente a otro o entre los estados de la Unión. También el afrontar la narración desde los puntos de vista de los protagonistas, el hijo, su mujer y, en menor medida, el padre, siendo, con diferencia, el más sustancioso el femenino. Y todo para formar un conseguido edificio, firme y homogéneo.
La segunda mitad, es mucho más convencional y lineal, señalando así las diferencias entre los buenos y los malos tiempos, el cénit y el ocaso, lo emocionante y lo rutinario. Da una imagen más real de los mafiosos, el tedioso día a día, su decadencia; se trata de acabar con la interesadamente dada por Hollywood, llena de acción y violencia, y que omitía la parte aburrida y monótona. En algún momento la lectura resulta lenta o pesada, pero es porque se deleita en los detalles necesarios para proporcionar un visión auténtica de la sufrida vida doméstica, tanto del núcleo principal como de la familia política, y del contexto, de los cambios sociales, de principios y valores que se produjeron en la América de los sesenta, la emancipación de la mujer, la aparición de nuevas ideas, laicas, pacifistas o antimilitaristas, o la mezcla e integración de los distintos grupos étnicos. A tenor de lo que dice el autor en el epílogo, ésta era una de sus fundamentales preocupaciones.
PERO.
Sí. Hay un gran pero, basado en lo delicado del tema y disfrazado de un distanciamiento inexcusable para mantener la rigurosa objetividad periodística. Esa frialdad no impide al lector tener un conocimiento completo de las personalidades de los personajes, pero sí lograr la empatía que sí alcanzó Gay Talese con las personas reales. Y, con el pasar de las hojas, es percibida como pudor, respeto y deferencia hacia ellos.
Gay Talese deja que los protagonistas se expliquen y justifiquen, contando lo que ha salido a la luz por la prensa o por las causas juzgadas. Pero fundamentalmente les consiente que callen. No los pone en ningún aprieto, no muerde, no incide, ni logra que le cuenten nada que no quieran decir, algo que los pueda comprometer ante la justicia, u otras instancias. La historia esta llena de grandes silencios, enormes espacios oscuros sin explorar, numerosas cuestiones que quedan sin explicar.
Vale que insistir o tensar la cuerda, tratándose de la gente de que se trata, pueda ser, lógicamente, arriesgado, pero al menos ofrecer voces alternativas que puedan contradecir o refutar. O un poco de sarcasmo, sino de humor. Y no que el tramo final derive, gracias a los alegatos del abogado defensor, hacia la hagiografía. Al menos el juez mantiene la cordura.
Y es también por eso que los más valiosos son los capítulos tratados desde el punto de vista de la mujer, al ser éste más natural, espontáneo y sincero, al no tener nada que ocultar.
Más información sobre "Honrarás a tu padre" y Gay Talese
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