De vez en cuando el azar puede dar buenos resultados. Pero, en la búsqueda de libros de segunda mano, para evitar caer en una ruinosa deriva caprichosa, hay que establecer ciertos criterios. Retos, más bien.
Algunos son sentimentales, recopilar las primeras lecturas, "Los Hollister", "Puck", "Los Cinco", "Los tres investigadores", la serie "Harry Dickson" o las novelas de Agatha Christie. Actualmente estoy con la cabal colección "Tus libros" de Anaya.
Otros, encaminados a satisfacer las necesidades o inquietudes lectoras, son, por ejemplo, reunir las obras ganadoras del Premio Nacional de Narrativa, del Premio de la Crítica, o, en ciencia-ficción, los premios Hugo y Nébula. O completar colecciones míticas y prestigiosas. En novela negra, las colecciones "Crimen & Cía" de Versal o "Esfinge" de Noguer publicaron títulos y autores clásicos del género. "Áncora y Delfín", de Editorial Destino, es una referencia fundamental para entender la literatura española de buena parte del siglo XX, resumida en los Premio Nadal y sus finalistas.
Ediciones Cátedra incluye en su catálogo obras publicadas hace.... !Cómo pasa el tiempo! veintitantos años, cuyas ediciones anteriores se pueden encontrar a un precio económico. Esos libros, si son merecedores de una edición comentada, no deben ser malos. De esta forma, hace poco más de un año saboreé "Luna de lobos", de Julio Llamazares, y ahora descubro a Raúl Guerra Garrido por medio de "El año del wolfram". Ojalá que la buena racha continúe con "Gramática parda" de Juan García Hortelano y con "La fuente de la edad", de Luis Mateo Díez.
Qué malos son los prejuicios. Reconozco la manía que le tengo a Editorial Planeta. No sé las veces que lo habré tenido delante y nunca se me hubiera pasado por la cabeza comprarlo, con ese título extraño, "El año del wolfram", y la disuasoria vitola de Finalista del Premio Planeta de 1984.
Sin embargo es sorprendentemente bueno. No llega a ser una obra maestra pero sí es un gran libro, que aúna calidad y entretenimiento. Mejor que "Luna de lobos" no sé, más acorde con mis gustos, seguro.
Sin embargo es sorprendentemente bueno. No llega a ser una obra maestra pero sí es un gran libro, que aúna calidad y entretenimiento. Mejor que "Luna de lobos" no sé, más acorde con mis gustos, seguro.
¿Por qué las comparo? No porque su lectura se explique por la misma anécdota, sino porque, en un sentido amplio, comparten un escenario, una orografía, los montes de León. Porque las dos historias son coetáneas, transcurren durante la posguerra.
También porque algunos personajes y tramas son comunes. En cambio, los tratamientos, los puntos de vista, son muy distintos, ofreciendo panoramas complementarios; más poético, pesimista y rabioso el de Julio Llamazares; más amplio, prosaico, objetivo, resignado, incluso optimista, el de Raúl Guerra Garrido.
"El año del wolfram" tiene un poco de todo: Tragedia romántica, comedia, aventuras, tesoros legendarios, ancianas brujas que preparan pócimas mágicas y lanzan conjuros, intrigas internacionales, política local y las secuelas de la guerra, el hambre, maquis y civiles.
Es singular la sensación que produce su lectura. Agradable, pero chocante. El uso de un lenguaje llano, pleno de dichos y refranes, la presencia constante del humor y la inclusión de elementos maravillosos contrarrestan la no elusión de ningún asunto, el planteamiento explícito, riguroso y objetivo, con lo que el resultado es bienintencionado, cándido.
A ello contribuye que la crudeza utilizada en las descripciones de las situaciones y en el dibujo de los personajes no se corrompa con ensañamiento. Se necesita fortaleza y temple para no arremeter, para ser comprensivo con los defectos de un pueblo recién salido de una guerra, debilitado, cuyos hijos no le llegan a los talones de sus padres. Un mundo cerrado y pequeño, con rescoldos todavía sin apagar pero que, mayoritariamente, vive el presente, busca únicamente la subsistencia o, mejor todavía, el enriquecimiento rápido al precio que sea. Un terreno moralmente agotado y sensible a las tentaciones, a las promesas de desahogo y felicidad.
Quitando el hecho de que un berciano supiera, en 1945, quién era Superman (página 18), lo más inesperado de "El año del wolfram" es la actualidad y vigencia de sus mensajes. Eso, junto con lo bien escrito que está, usando una sintaxis ágil y, a la vez, exigente, lo convierten en un libro que se mantiene joven y lozano.
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