sábado, 14 de enero de 2012

"Esperanto", de Rodrigo Fresán


Sentía mucha curiosidad por Rodrigo Fresán, responsable de "Roja & Negra", una de las colecciones de novela criminal más interesantes en la actualidad, junto con la de RBA y la básica de bolsillo de Akal, que recuerda, no sólo por los colores, a la mítica "Crimen & Cía" de Versal pero con mejor papel y en edición cosida, mojándoles por esto la oreja a las otras dos, que se les tenía que caer la cara de vergüenza a esos dos gigantes.

Se me ha presentado la ocasión en forma de obsequio de las reediciones, corregidas y aumentadas, que Mondadori ha publicado de "Esperanto" y "Mantra". Escogí "Esperanto" por cuestión de tamaño. Según explica el autor en la nota final, por considerar este libro "un milagro dentro de mi obra. Y con los milagros no se juega", las enmiendas son pequeñas, los añadidos breves y las correcciones mínimas.

Si las correcciones del autor son mínimas, las de los editores insuficientes, porque mi ejemplar contiene varias erratas: Guiones mal colocados o ausentes (páginas 47 y 50), errores en la puntuación (página 51), un "porque" separado (página 83), un silencio (-...) omitido en el diálogo de la página 122 y, salvo que la RAE siga persiguiendo y exterminando esas pobres tildes que no hacen daño a nadie y que evitan anfibologías, un "sí" sin tildar (página 130).

Rodrigo Fresán no decepciona. Uno se había hecho a la idea, preconcebida y mal fundada, absurda, de que iba a encontrarse con una novela de género, algo al estilo de lo que se supone le gusta porque lo escoge para publicarlo. Pues no. O sí. No siendo una novela negra ortodoxa, ni heterodoxa siquiera, sí que hay mucho de lo que se busca y se encuentra en las novelas más clásicas de ese género: el comienzo, los personajes, un protagonista cínico y maldito, su mastodóntico, simple y fiel compañero, mujeres fatales, adictas y adictivas, los ambientes, los espacios, pero sobre todo las descripciones y los ácidos diálogos.

Rodrigo Fresán sólo pide un poco de paciencia y esfuerzo. A cambio te recompensa con creces. Paciencia y esfuerzo para superar un primer capítulo áspero y difícil. Y es que los domingos son el peor día de la semana, peores incluso que los lunes, y aquí se demuestra conteniendo los fragmentos más oscuros, delirantes, arriesgados, sinceros, crípticos y poéticos del libro. Fresán arroja a la cara del lector un puñado de piezas de puzle, desde el inicio brillantes, ingeniosas y llenas de literatura, para que éste forme el cuadro.

Por supuesto, no te las da todas. Con las primeras no es posible componer una imagen reconocible. Va a ser necesario que pase una semana, y a lo largo de esos siete días, por medio de sucesivas vueltas a atrás (el mismo principio es el epílogo, con lo que el resto constituye, todo ello, un flashback), te va a ir dando, eficazmente dosificadas, las piezas restantes, la información necesaria, manteniendo el control y captando tu atención, intercalando dosis de humor del tipo "caca, culo, pedo, pis" pero efectivo, hasta un final que no sorprende por consecuente.

Poco a poco lo se va formando es una estampa dual, con dos mujeres, dos canciones, dos playas, dos amores, dos niñas, dos tragedias, dos psiquiatras, enmarcada por dos domingos que son, en realidad la misma fecha.

El resultado es la pesadilla argentina. La consecuencia de aplicarle un purgativo, un buen y caliente enema a ese país por Bariloche, es este angustioso, onírico y terapéutico mosaico con todos los traumas, secuelas, obsesiones y excesos de la sociedad argentina del último tercio del siglo pasado. Menos el fútbol, está lo demás: las estancias, el psicoanálisis, la política, las Malvinas, las drogas, los militares, los desaparecidos, y, destacando, la música, que sirve de pretexto para insertar interesantes reflexiones sobre el proceso creativo, sobre trascendencia o irrelevancia de las artes o sobre la mitificación de los artistas.

Entretenido, ilustrativo, esclarecedor este "Esperanto" de Rodrigo Fresán, y merecidos los elogios que sobre él se puedan leer. A ver que nos depara "Mantra". Pero no hoy, mañana.

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