Agota Kristof es una escritora de origen húngaro, país del cual escapó junto con su marido e hija recién nacida a los veintiún años, en 1956.
Y mucho de ella hay en esta admirable e impactante obra, profunda y, a la vez, de muy fácil lectura.
"Claus y Lucas" reúne en un volumen tres textos publicados inicialmente por separado. Y el resultado es algo más grande y pleno de sentido.
Leídos individualmente, "El gran cuaderno" es un sorprendente y muy interesante cuento cruel y amoral sobre la guerra y los efectos en las personas, una colección de ejercicios de redacción escolares que sin necesidad de juicios morales, simplemente con una sintaxis elemental y un vocabulario preciso y objetivo evidencia el relativismo, la hipocresía, crueldad y deshonestidad de una sociedad sometida a una situación extrema.
"La prueba" sería un meritorio y convencional retrato de un pueblo que, sin poder recuperarse de la pérdida de valores que produjo la guerra, es sometido al absolutismo comunista que embota los sentimientos y afanes individuales.
Sin referencias previas "La tercera mentira" no tendría sentido, la fuerza de las metáforas se diluiría, la delicada demostración de cómo la literatura se nutre de la realidad en el proceso creativo se perdería, y tal vez únicamente se entendería el papel del arte como medio de evadirse de una realidad insoportable. Su razón de ser es completar, explicar y rematar lo anterior.
Los tres textos forman una unidad. Y así deben ser leídos, conjuntamente y en orden, para que se puedan comprender plenamente el sentido y todas las intenciones de la obra, la profundidad de sus significados, y apreciar una estructura que evoluciona y agranda, se enreda y enriquece, con cambios de puntos de vista, saltos temporales y alternancias entre sueño y realidad.
Una explicación de porqué se publicaron a medida que iban siendo escritos sería que esta historia fuera creciendo y obsesionando a la autora, que los personajes la persiguieran reclamando y exigiendo que viera las posibilidades y aprovechara para saldar cuentas propias. Y el fruto de esta lenta decantación es una novela sencilla, hermosa en su brutalidad e impiedad, abierta a interpretaciones y que denuncia las injusticias que se han cometido en Europa en buena parte del siglo XX.
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