El título de esta entrada podrá ser considerado por ortodoxos y académicos una aberración, sino directamente una estupidez. No sé qué pensarán si terminan de leerla.
Seguro que estoy metiéndome en camisa de once varas, en donde nadie me ha convocado, confundiendo géneros o planteando comparaciones absurdas.
No soy especialista en nada. Tampoco un apasionado por la épica oriental, de la que sí me seducen su concepción de la vida, la preocupación estética, el compromiso ético, la riqueza de escenarios, la suntuosidad de los vestuarios, o la belleza y el lirismo de los paisajes. Menos aún soy adicto a lo fantástico, y hace años que se me pasó el momento de las novelas para adolescentes.
Simplemente soy curioso. Leo de todo, y cuando es por entretenimiento, mejor que sea aprendiendo a la vez un poco de historia u otras costumbres.
"Musashi" es la recopilación actualizada de las aventuras, anécdotas reales o leyendas idealizadas, de un personaje histórico cuya popularidad lo transformó en legendario; reunión y revisión que Eiji Yoshikawa llevó a cabo en los años previos a la II Guerra Mundial, por tanto, en un contexto especialmente propicio a la exaltación del orgullo patrio y de los valores tradicionales.
Su publicación por entregas en el Asahi Shimbun, un relevante periódico japonés, condiciona esencialmente la organización de la obra, tanto formalmente, presentada en episodios, como argumentalmente, desarrollándose cual road movie. Un viaje a través de un Japón reducido a un tablero histórico en el que los personajes se mueven paralelos, perpendiculares o, lo que es más emocionante y trascendental, tangentes; en el que campan las sorprendentes coincidencias, el destino, los desencuentros y las maldiciones. Un territorio poco amable con el amor, dolorosa maldición para ellas, debilidad inasumible para ellos.
Más que parecerse a las novelas por entregas de Dumas padre, el respeto a la tradición y la necesidad de recoger los sucesos atribuidos a Miyamoto Musashi lo retrotraen y acercan a las obras medievales que surgieron entorno a las leyendas artúricas, "El caballero del León", "Sir Gawain y el Caballero Verde" o "Perlesvaus o El Alto Libro del Graal", que tan rigurosa e impecablemente publicó en los noventa Ediciones Siruela y que reestilizadas mantiene en su catálogo. "Musashi" no es tan mística y simbólica como aquéllas, mas sí comparte la concepción de la vida como un camino, en el que surgen compañeros complementarios o se cruzan sucesivos contrincantes que suponen pruebas a superar para alcanzar el desarrollo personal y la comunión espiritual, a la vez que refleja el proceso de transformación, primero del alocado muchacho en hombre, después de éste en mito.
"Musashi" no es una obra medieval sino moderna, libre de la rigidez característica de aquellas sagas, refrescada permanentemente con humor, irreverencia e ironía, y que presenta unos personajes humanos, complejos, contradictorios e imperfectos, no arquetipos. Sorprende incluso, para estar hablando del primer tercio del siglo XX, la actualidad de algún discurso, argumento o razonamiento; principalmente los relativos al papel de la mujer en la sociedad y la familia, o su secular mala relación con las grandes religiones, algúnas de las cuales tenían opinión más favorable de los animales y les dispensaban mejor trato. Algunas no, todas, unas sencillamente se lo callaban.
Pero si se trata de entretener, no de ser riguroso con el pasado o considerado con el acervo, permítaseme la frivolidad de preferir y, por tanto recomendar "Leyendas de los Otori".
Primero porque esta trilogía en principio, ampliada después a tetralogía, y que, consecuencia del exito, ha acabado siendo una pentalogía, permite una lectura independiente, aunque sea recomendable su lectura ordenada según fueron publicadas, mientras que Quaterni Editorial, o Ediciones Martínez Roca anteriormente, se inventa una división artificial, exclusivamente por razones comerciales, irrespetuosa con el argumento y el lector.
Aunque carezcan de mordacidad y humor, los volúmenes de "Leyendas de los Otori" son mucho más ágiles y distraídos. Las aventuras y desventuras de Takeo y Kaede son enrevesadas, con mayor número de tramas subordinadas y unos personajes simples pero que abarcan todo el espectro de personalidades.
Pese a ser abiertamente fantástica y soberana, resulta más instructiva e informativa. El periodo de la historia del Japón, inmediatamente posterior a la extirpación del cristianismo y a la instauración del aislamiento de Occidente, que con todo tipo de licencias recrea sublimado pero reconocible, es cautivador.
Por último, los setenta años de diferencia se notan. "Musashi" profundiza en los aspectos filosóficos, religiosos y hasta en los éticos, pero "Leyendas de los Otori" es audaz y abierta en relación a comportamientos y actitudes. Si bien se anuncia como novela juvenil, la juventud no es una cuestión de años sino de espíritu.
Como si formaran parte de la colección Las Tres Edades, otra vez Ediciones Siruela, ambas van destinadas a lectores de ocho a ochenta y ocho años. A lo mejor para mis hijos de siete y diez años sea pronto, pero para mis padres seguro que son lecturas estimulantes.
"Musashi" no es una obra medieval sino moderna, libre de la rigidez característica de aquellas sagas, refrescada permanentemente con humor, irreverencia e ironía, y que presenta unos personajes humanos, complejos, contradictorios e imperfectos, no arquetipos. Sorprende incluso, para estar hablando del primer tercio del siglo XX, la actualidad de algún discurso, argumento o razonamiento; principalmente los relativos al papel de la mujer en la sociedad y la familia, o su secular mala relación con las grandes religiones, algúnas de las cuales tenían opinión más favorable de los animales y les dispensaban mejor trato. Algunas no, todas, unas sencillamente se lo callaban.
Pero si se trata de entretener, no de ser riguroso con el pasado o considerado con el acervo, permítaseme la frivolidad de preferir y, por tanto recomendar "Leyendas de los Otori".
Primero porque esta trilogía en principio, ampliada después a tetralogía, y que, consecuencia del exito, ha acabado siendo una pentalogía, permite una lectura independiente, aunque sea recomendable su lectura ordenada según fueron publicadas, mientras que Quaterni Editorial, o Ediciones Martínez Roca anteriormente, se inventa una división artificial, exclusivamente por razones comerciales, irrespetuosa con el argumento y el lector.
Aunque carezcan de mordacidad y humor, los volúmenes de "Leyendas de los Otori" son mucho más ágiles y distraídos. Las aventuras y desventuras de Takeo y Kaede son enrevesadas, con mayor número de tramas subordinadas y unos personajes simples pero que abarcan todo el espectro de personalidades.
Pese a ser abiertamente fantástica y soberana, resulta más instructiva e informativa. El periodo de la historia del Japón, inmediatamente posterior a la extirpación del cristianismo y a la instauración del aislamiento de Occidente, que con todo tipo de licencias recrea sublimado pero reconocible, es cautivador.
Por último, los setenta años de diferencia se notan. "Musashi" profundiza en los aspectos filosóficos, religiosos y hasta en los éticos, pero "Leyendas de los Otori" es audaz y abierta en relación a comportamientos y actitudes. Si bien se anuncia como novela juvenil, la juventud no es una cuestión de años sino de espíritu.
Como si formaran parte de la colección Las Tres Edades, otra vez Ediciones Siruela, ambas van destinadas a lectores de ocho a ochenta y ocho años. A lo mejor para mis hijos de siete y diez años sea pronto, pero para mis padres seguro que son lecturas estimulantes.