La unidad del catálogo de una editorial es inversamente proporcional al tamaño de la misma.
La intervención de más personas en el proceso de selección de las obras que han de publicarse, más la asunción de nuevos intereses, contribuyen a que se difuminen los criterios originales que dirigieron la labor editorial.
Un poco de envidia sana es inevitable, pero lo normal es que se celebren los triunfos ajenos cuando son merecidos. Sinceramente, yo me alegro si a el/la/los/las responsable/s de Libros del Asteroide les va cada vez mejor. Sólo pido que no sea, por favor, a costa de perder la seguridad actual de saber que, al abrir un libro suyo, encontraremos una novela elegante, inteligente, sencilla e intemporal.
Por eso le he pedido a los Reyes Magos "Los amigos de Eddie Coyle" y me han regalado, por mi cumpleaños, "Trifulca a la vista".
Con una escritura formal y ortodoxa, aparentemente inocente, en realidad afilada gracias a una adjetivación precisa, Sarah Shun-lien Bynum logra que esas características le sean aplicables a "Las crónicas de la señorita Hempel".
Esta obra es como una hermosa rapaz, con una agudeza visual sobrehumana, que al principio aletea con fuerza para alcanzar altura suficiente desde la que después controlar el entorno y atisbar a sus presas, dando vueltas y vueltas, manteniéndose con algún, ya esporádico, batir de alas, sin decidirse a atacar, prefiriendo descubrir y disfrutar la belleza del paisaje.
La autora comienza autoafirmándose, arremetiendo, demoledora y cáustica, contra todos los que la rodean, mostrando en ese primer capítulo unas intenciones que no va a mantener, un tono insostenible. A partir de ahí se tranquiliza y, sin perder nunca la fina ironía, el humor, esa acidez se edulcora y se imponen otros sentimientos, la nostalgia y la ternura.
Leer "las crónicas de la señorita Hempel" es leer una versión revisada, actualizada y refrescante de John Irving. También una versión desleída, rebajada.
La técnica narrativa de Sarah Shun-lien Bynum es la vista anteriormente en "Libertad para los osos", "La epopeya del bebedor de agua", "Hotel New Hampshire", "El mundo según Garp" u "Oración por Owen". Esa que se enseña en los talleres literarios, mas sin la profundidad, complejidad, el desarrollo ni el recorrido de las obras mencionadas; capítulos cerrados y rematados, que funcionarían perfectamente como relatos, cuyo conjunto conforma un collage, una historia quebrada, inconexa, con saltos temporales y, aparentemente, sin objetivo definido, salvo causar una impresión general abierta a interpretaciones.
Además incluye esas referencias autobiográficas que en un autor novel resultan fastidiosas, debilitan sus méritos y provocan dudas sobre su capacidad creativa, y que sólo se le perdonan al más obsesivo y autoreferido de los autores, que ha demostrado, a lo largo de su carrera, una imaginación pletórica, además del valor terapéutico de la literatura.
Como se publicita, Sarah Shun-lien Bynum es una meritoria promesa a seguir, y "Las crónicas de la señorita Hempel" no desentona ni desmerece el catálogo de Libros del Asteroide. Cumple los requisitos para su inclusión, gusto, juicio, facilidad de lectura, pero un escalón por debajo de otra obras escritas por autores consagrados.